martes, 31 de marzo de 2009

DE REGRESO A AUSSIE...




Pues ya estoy aquí de nuevo en la soledad de mí y mi ordenador. Yo y mi otro yo.
El viaje a Israel fue casi inverosímil. La ciudad sitiada, sitiada de soldados, sitiada de mercados. Mercaderes de todas las naciones y religiones compartiendo un espacio santo o casi. Creo que es el único lugar donde pueden encontrarse sin pelear. Se ven árabes y judíos, musulmanes, cristianos, todos vendiendo. No hay peleas ni reyertas ni rencores. Se ayudan mutuamente, recíprocamente, conjuntamente.

Es la segunda ocasión que visito esos lugares de misterio, de miedo, de historias sin contar y harto contadas. Nunca había estado en el lugar en el que ocurrió la Última Cena. En verdad habrá ocurrido...? Tantas preguntas, tantas respuestas por parte de tantos.
Visitamos Haifa, bello lugar.
Tel-Aviv y sus límites bélicos, el desierto, los desiertos, los beduinos avecindados, apoltronados, empecinados... todo es misterio sin resolver. ¿Resolverá la guerra tantos misterios? ¿Las tantas guerras?
Todos somos extranjeros, todos somos inmigrantes.
Y luego Barcelona, la siempre bella Barcelona, con sus mítines estudiantiles, con su belicosidad ramblera. Ruidosa, siempre despierta, siempre alerta.
Qué afortunados fueron los barceloneses y somos todos los que visitamos las obras del infortunado, desesperado, siempre renovado de Antoni Plàcid Guillem Gaudí i Cornet, el majestuoso Gaudí.


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