viernes, 24 de abril de 2015

PEPITO

Pepi  llegó a mi vida en un momento en el que necesitaba una compañía muy cercana. Yo me había ido a vivir a Australia y me había casado con Ken, un maravilloso hombre australiano. Él tenía un perro que se llamaba Charly. Por circunstancias que no vienen al caso, Charly murió y nos quedamos sin mascota.
En algún momento de nuestras vidas decidimos tener pajaritos. Así logramos una decena de Lovebirds, encantadores. Sin embargo, nuestros viajes constantes hacían difícil mantener la quietud del gran aviario que Ken había construido. Tuvimos que deshacernos del aviario y con él…, de los hermosos lovebirds.
Es quizá este momento el que me subyuga, me hace pensar en la indestructibilidad de las emociones, en la reparadora compañía.
Pepi, acaba de cumplir cuatro años y en este tiempo ha llenado espacios que se encontraban –y continúan encontrándose– latentes en mí, como el deseo de tener alguien a quien cuidar.

Muy joven tuve dos hijos de un matrimonio a muy temprana edad, era casi adolescente. Mis hijos ahora rondan los 40 años. Así que con este instinto maternal he buscado y por fortuna he encontrado en Pepi una razón más para vivir, sobre todo en esta curiosa forma que me he impuesto: la vida en la lejana Australia.
El diario convivir con Pepi, descubrir su carácter, sus emociones, sus grandes destrezas y, sobre todo, la increíble compañía que me brinda, hace de mi vida sedentaria y solitaria un cúmulo de emociones. Jugamos varias veces al día, le lanzo un juguete y él, expectante, lo busca y me lo trae, le pido que lo deje en el suelo y lo detiene con sus patitas delanteras que parecen manos.
Pepi es un hermoso Brittany Spaniel, tiene los colores acendrados de su bello linaje: café o marrón oscuro, como el tabaco, en manchas que salpican su blanco cuerpo. La parte derecha de su cara está jaspeada por una especie de pecas de color marrón. Y entonces los bigotes de ese lado de la cara son oscuros y los del otro lado son blancos.
Quiero a Pepi, no sólo por la compañía que me brinda sino porque lo respeto, lo admiro y lo entiendo en su andar perruno.
Diario descubro cosas nuevas con él. Es tierno, suave, cariñoso pero suele ser fuerte y valiente, todo un retriever.
Espero que estemos mucho tiempo juntos y aunque sé que la vida nos separará en algún momento, nunca habrá nada que destruya los hermosos lazos que hemos logrado.



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