Te di radiantes mañanas de sol
derramadas en impávidos muros.
Diletantes aves entonaban
para ti
acendrados coros.
En tu balcón tímidas violetas
asomaban sus pétalos medrosos.
A veces, por la tarde, lluvia serena
embriagaba el voluptuoso mar
cuán insistentemente azul
intentaba acercarse a ti
ola tras ola.
Ocasos rojos,
dorados reflejos,
tardes siempre mustias.
Y las noches
¡ah, la noche...!
en caricias delirantes
una a otra, incontables.
Me di a ti por completo,
mi ser, mi delirante vida,
mi lluvia, mi sol, mi mar,
aquél,
el mío
…pero no fue suficiente.
Susana Arroyo-Furphy
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