Presentación del libro 20 figuraciones y una fantasía desesperada de Susana Arroyo-Furphy
Por Victoria Navarro
Chapultepec, 22 de Junio 2013
Al igual que hace cinco mil años un grupo de personas se
reunía a la orilla del Nilo bajo la sombra de una palmera, para escuchar “Los
cuentos de los Magos”, hoy estamos aquí, acompañados por ahuehuetes milenarios
para escuchar los cuentos de Susana. Esas personas y nosotros tenemos algo en
común: nos gusta el cuento.
Cuando Susana Arroyo-Furphy me invitó a comentar su libro
me sentí muy honrada y acepté sin dudar. Pero cuando revisé su currículum me di
cuenta de que estaba en aprietos.
¿Dónde encontrar las palabras adecuadas para presentar
los cuentos de una doctora en Letras Hispánicas, catedrática del TEC de
Monterrey, investigadora honoraria de la Universidad de Queensland, poeta, traductora,
ensayista, especialista en semiótica, lexicografía, semántica, dialectología y,
para para incrementar mi angustia, también en Sor Juana?
Acudir a diccionarios, enciclopedias y libros
especializados no hizo sino preocuparme aún más. Pensé en declinar, pero me
percaté de que había sido atrapada, atrapada precisamente por sus cuentos.
Decidí entonces utilizar un método tan antiguo como
Egipto: Hacer preguntas.
¿Son cuentos los relatos de Susana?
Guido Gómez de Silva en su Diccionario Internacional de
Literatura y Gramática dice que el cuento
es una narración en prosa, relativamente breve, con limitados personajes y,
como trama, una sola acción. Aunque es una definición irrefutable, yo
prefiero la de Cortázar: el cuento es el
hermano misterioso de la poesía, es una fugacidad con permanencia. E incluso
la de Borges: el cuento es la joya de la literatura.
Solo se cuenta lo excepcional, un acontecimiento
significativo. Se capta un fragmento de la realidad como lo hace una
fotografía.
Un cuento, para
que sea eficaz debe acaparar el interés desde las primeras líneas. El tiempo está
siempre sometido a una gran tensión, se presenta un rompimiento y el lector se
siente como un vagón enganchado, pues no puede dejar de leer. Todo esto en un
espacio reducido y mediante un proceso estrictamente vigilado.
El buen cuentista tiene que producir en muy poco tiempo
un efecto único: que el comienzo de la acción esté lo más cerca posible del
final. El cuentista es, en realidad, un gran conversador, sabe que la atención
del público es corta y quiere despertar reacciones emocionales en sus lectores para
dejarles una huella indeleble, como una cicatriz que no duele.
Los cuentos que hoy se presentan cumplen con estos
requisitos, son incisivos, capturan con un estilo basado en la habilidad con la
que se crea el clima de tensión. No sabemos qué va a ocurrir y eso nos inquieta:
·
“Lars y
yo nos fuimos a vivir a las afueras de Upsala”
·
“No voy
a comenzar esta historia haciendo alusión a Caronte”
·
“Una de las razones por las que me casé con
Lisa fue el hecho de que me sentí embrujado por sus manos”
·
“Ella siempre
había sido una mujer asombrosa”
·
“Un día
de estos tendré que visitar a mamá, han pasado ya muchos meses... ¿años?”
·
“La
gente corría, había gran confusión entre los presentes, nada se sabía, nada se
decía.”
La autora narra hechos que rompen la cotidianeidad, una
situación estable es perturbada por alguna fuerza o desequilibrio. En la
mayoría de los cuentos estas situaciones alteran la vida de una pareja:
·
gatos
de madera que se multiplican,
·
éxitos
que conducen al vacío,
·
pájaros
que se transforman,
·
guantes
que no se pueden quitar,
·
ropa
que se deshilacha como la vida,
·
ojos
que contienen el Aleph,
·
sombras
que crecen desmedidamente.
En otros, los hechos suceden dentro de una casona, en un hospital
o en un lugar imaginario.
El desarrollo de cada cuento está trazado con precisión
geométrica, no falta ni sobra nada. La autora domina el arte de provocar un
efecto inmediato, como un relámpago que deslumbra y estremece.
El interés que reside en el presentimiento de dificultades
que se avecinan, conduce al lector de expectativa en expectativa, de zozobra en
zozobra.
·
“Un día
escuchamos un extraño ruido, un toctoc.”
·
“Elisa
empezó a notar que su esposo dibujaba en la pared y en el techo una sombra más
grande que la que cualquier ser humano pudiera proyectar.”
·
“Todos
sabían que Esther era la amante del licenciado.”
·
“Odiaba
leer el diario de Pita pero pensaba que era una forma de mantenerla bajo
control.”
·
“En su
vida no pasaba nada, solo el tiempo con cansina lentitud.”
·
“No sé cómo ni en qué estoy escribiendo…”
Los escenarios son realmente reducidos, calles, casas,
habitaciones, cuartos de baño, jaulas de pájaros, teclados invisibles; se presentan
como escaparates donde la autora nos narra la vida como si fuera una serie de
impulsos.
¿Cuál fue la estrategia que utilizó Susana al escribir
sus cuentos?
La misma de Scherezada,
la de todos los de su estirpe, cautivarnos desde las primeras líneas con el único
propósito de generar el deseo incontrolable de seguir escuchando su voz, a tal
grado que estamos dispuestos a hacer cualquier concesión, como lo hizo el Rey Sharyar, con tal de satisfacer nuestra
curiosidad por el desenlace. Esa voz que nos habla solo a nosotros, al oído, de
una manera diferente, esa voz que nos conduce y nos seduce es la voz de una
gran conversadora que mantiene nuestra expectación, casi sin pestañear, para mover
nuestras emociones. Porque lo que realmente importa no es la historia, sino
cómo está contada.
¿Cuáles fueron sus herramientas?
De manera simplista se diría que las palabras, los signos
ortográficos, los espacios en blanco. Solo que estas palabras, signos
ortográficos y espacios en blanco fueron rigurosamente seleccionados. Supongo
que para echar a volar la imaginación del lector, los elige, los entrelaza, teje
la urdimbre, tacha, recorta, reescribe, piensa quizá durante todo un día cuál sería
la palabra adecuada, quizá durante una noche de insomnio. No se permite ninguna
indulgencia para completar la tarea de convertir una idea en un cuento.
Con su trabajo, nos hace agradable no solo el trayecto sino
también el destino. Entonces, la magia de la literatura se consuma: se mezclan dos
mundos, el del autor y el del lector. Se produce la emoción estética y la
ficción se vuelve realidad: Como en el caso de Sara, en el cuento Escritora:
“Era tal su
imaginación que a veces llegaba a su solitaria casa y hablaba con sus
personajes, los hacía reales en su vida diaria, eran reales en su escritura”.
Cuentos fantásticos a la manera de Cortázar, cuentos
cotidianos a la manera de Chejov, cuentos que algo callan a la manera de
Hemingway, cuentos enigmáticos a la manera de Borges, escribió Arroyo-Furphy.
Paul Auster dijo que para quienes la vida no es
suficiente está la literatura. Margarite Yourcenar, otra contadora de historias
como Susana, escribió: “Yo leo para embriagarme”.
Si para quienes hoy nos acompañan esta tarde veraniega en
Chapultepec, la vida no es suficiente y quisieran embriagarse con buena
literatura, no pierdan más tiempo, apresúrense a tener en sus manos 20 figuraciones y una fantasía desesperada
de Susana Arroyo-Furphy. Créanme, es un deleite que perdura.
Abogada y escritora, Victoria Navarro, gran amiga.
Descanse en paz.