¿Quién te dijo, mujer, que eras sabia?
¿Acaso sabes que la verdad no existe
y la mentira se esconde en el silencio?
¿Sabes de la derrota,
del fracaso?
¿Tiemblas cuando las hojas caen
y los nombres se pierden
en la espesura de la memoria?
Ríos de risas y de llanto
alimentan al condenado a muerte;
mientras las esperanzas
flacas y parcas
se disuelven, se niegan.
Tanto dolor y tan poco tiempo,
tanta desilusión en un solo cuerpo.
Nadie sabe,
quizás el diablo, por viejo…
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